Víctor Frankl es un referente de primera línea en cuanto al sentido de la vida. Es admirable. Según él hay sentido o sentidos en la vida, lo cual la hace más llevadera. Pero eh aquí que si hubiese un sentido alguien lo habría encontrado y lo habría expandido para todos los mortales. Y si hubiera dos sentidos también habría sido igual. Al final, si la lista hubiese sido de 500 sentidos también los tendríamos muy bien explicados y quizás clasificados en categorías. Pero esto no es así. No parece que el sentido nazca de fuera y sea transmisible; mas bien parece que nace de dentro y es personal e intransferible, como el carnet del Barça. Pero entonces, si el sentido, o los sentidos, emergen de entre nosotros y las situaciones en las que nos encontramos, ¿no será que es la misma vida la que se expresa y, por lo tanto la pregunta del sentido de la vida no sería la única y quizás la más adecuada? En definitiva las preguntas dan lugar a sus propios horizontes en donde cabe un numero limitado de respuestas posibles.Y nos ponemos tozudos en intentar dar respuesta a las preguntas sin llegar a cuestionarlas. ¡Y nuestra pregunta sobre el sentido de la vida parece que tiene resonancias muy griegas! De hecho se puede llegar a ser un hombre o una mujer muy completos sin haber tenido que plantearse la cuestión del sentido de la vida. Y es que desde los griegos el pensamiento ha cogido una preponderancia sin parangón. De ser un útil para vivir mejor se ha convertido en un esclavizador. Me recuerda a la película de The Servant de J. Losey con tan mórbido entramado. En fin, no más palabras no vaya a ser que nos liemos en alguna pregunta más.
Entramado de Pez, Puerto Olímpico Barcelona |