viernes, febrero 08, 2008
¿Tiene sentido la vida?
Victor Frankl viene a decir, después de su experiencia personal como prisionero en un campo de exterminio Nazi, que el sentido de la vida es aceptar aquello que nos deviene y actuar responsablemente. Aceptación y acción responsable.
Cuando hablamos de sentido, parece que es algo ajeno a nosotros, que nos atrae hacia sí, que dirige pues nuestros pasos. En cierta manera que nos obliga, como si disminuyera nuestros grados de libertad al enderezarnos hacia él, como hacen algunas moralinas religiosas o pseudoreligiosas.
Frankl viene a decirnos que no está frente a nosotros ese sentido que nos ayuda a vivir, sino que está en nosotros mismos al actuar de forma responsable. Pero es que la respuesta responsable es una respuesta moral, que en cierta forma, aún estando en nuestra propia condición, nos llama “a” un horizonte colectivo o “desde” un horizonte colectivo y en todo caso no restringiendo sino que incrementando nuestra capacidad de ejercicio de libertad.
En consecuencia, el sentido de la vida, es una respuesta libre, ética personal dentro de la colectividad también libre.
Estos días le estoy dando vueltas al tema de la bioética, tema que reconozco que durante años me fue “antipático”, quizás por sus condicionamientos algo rancios y unas pinceladas excesivamente negras color sotana. Pero finalmente me lancé y he encontrado un campo de conocimiento abierto, de horizontes anchos y, lo más importante, flexible y con capacidad de ajustarse a las nuevas formas de nuestro estar, siempre variable. De hecho vamos incluyendo en la naturaleza aquellas cosas que hacemos y que pasan a ser también naturaleza. Ni nosotros, ni nada de lo que hacemos está encima de lo natural. Todo es expresión de una misma realidad.
En los últimos 50 años, cuando nació la “baby boom”, nuestra forma de hacer humana, personal y colectiva, ha generado un cambio sustancial respecto épocas anteriores. Se han ensanchado los horizontes éticos, y con ello ha nacido una nueva sociedad. Y de todo ello se desprende que nuestro sentido de vivir es ajustarnos a unas respuestas éticas en evolución abierta, e inevitablemente incierta.
La foto es de una pintura mía de allá por los años setenta, titulada "Nagasaky", o "9de Agosto"
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