Autorretrato, o “Un Pié de Rey sobre fondo en blanco y negro”
Raza blanca, caucásica, cabeza casi cuadrada, fotosensibilidad de
piel tipo I , color pelo castaño
con canas, algunas, en las patillas. Afeitado. Tamaño de la frente, 4,6 cm. Tamaño de las cejas: 6 cm.
Entrecejo, 2,6 cm. Tamaño longitudinal de la nariz: 4,9 cm. Tamaño anchura
nariz a nivel de orificios nasales: 4,1 cm. Perfil de la nariz, algo aguileña. Tamaño orejas: 6,4 por
3,9. Ángulo implantación de las orejas: 20º. Color de los ojos, azul grisáceo. Tamaño de lo
ojos: longitudinal 3,5 cm, vertical (abiertos) 2 cm. Tamaño de la boca cerrada 6,1 cm., abierta, 6,7 cm. Dientes blanco matizado y pequeños.
Labios ni finos ni gruesos. Pómulos poco sobresalidos, mejillas rellenas. Piel
grasa con recuerdos del acné juvenil. Discreta papada.
He aquí la descripción pormenorizada de las
características antropométricas y antropofísicas de mi autorretrato. Medidas
realizadas con pié de rey, lo más exactas que me ha sido posible. Sin embargo,
no hay que olvidar que todas estas condiciones anatómicas han sido modificadas
a través del tiempo por los elementos que han constituido el entorno, ese fondo en blanco y negro sobre el
que destaca el autorretrato.
Nacido en la posguerra tardía, todavía con cartillas de racionamiento en circulación, de familia de
clase media, educado en una escuela extranjera y seguidor de la profesión
paterna, son los trazos que luego coloreados sustentan en el aire el rostro que
intento explicar. Pero, ¿cómo
introducir en él y explicar las líneas de dolor o estrés que lo atraviesan?,
¿cómo dibujar las miradas de compasión hacia los demás, o de aquellas de
súplica, frente a los abandonos sufridos, o aquellas otras, oblicuadas, de
suspicacia o astucia? ¿Y las líneas de expresión que reflejan sentimientos de
felicidad, bienestar, contemplación, y empatía, donde ponerlas? Mirar, ver y
volver a mirar, son la base sólida del construir de nuestros mundos. ¿Cómo
reflejarlos? ¿Cómo transmitir todas las construcciones de esos universos
vividos? Es más, ¿cómo participar a los demás que los hemos cambiado,
modificado, en definitiva, que hemos crecido, que hemos vivido? Y si el intento fuese ciertamente exitoso,
¿no nos encontraríamos al finalizarlo que ya no sería así, porque de hecho ya
habríamos cambiado? Así, como parece , el autorretrato no es posible, ni con el
pié de rey, ni con los matices de los grises, ni tan siquiera con los colores
que nos dan forma, tan sólo me queda reconocer que, más allá de los límites
explorables con las palabras, soy un hombre.
La luna sobre Les Agudes del Montseny |
Este
es un texto que escribí hace tres años. No he cambiado tanto, solo que ahora
llevo barba. Hoy es primero de noviembre, el mes en que recordamos a nuestros
difuntos, intentamos volver a ver la expresión de sus caras para entrever de
nuevo aquellas vidas, que en parte fueron las nuestras. Sus surcos, sus líneas
de expresión, aquello que nos hace semejantes en ese silencio interior no
compartible.
Sí, los
recuerdo. A todos.
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