viernes, diciembre 01, 2017

El tono



Objetos, reflejos y sombras 
en nuestra primera casa
Mariona in memoriam

Es el tono la profundidad poética que se consigue tras liberar –no sin esfuerzo– las cargas cotidianas y las angustias por el sobrevivir. Es aquella sensación surgida cuando se afronta el blanco, ese que rebosa de vacío y ciega; es aquella alucinación ante lo no acontecido y, también, es el estremecimiento cuando el tiempo, bajo cualquier excusa, se va y no vuelve. Entonces sólo queda él, el tono, nada más, un silencio reposado sobre una sola nota resonante, continua e invariable.

Después, los que habrán sobrevivido, en aquél momento, y sólo en él, podrán y deberán realizar una interpretación; una interpretación sujeta a la subjetividad del instante y que, cuánto más poética y más ensoñada sea, sabrá discernir mejor aquello que hubo de real una vez trascendidas las palabras y los hechos del pasado.

Mi dibujo sobre papel de arroz con tinta china que hice para Mariona, 1978


He añadido tres imágenes de hace casi cuarenta años que han permanecido reposando en mí. Objetos, sombras, reflejos, líneas entrecruzadas en busca de algún significado y una mirada azabache e hiriente. Un tono que viene de lejos, que resuena remoto y, por ser tan alejado y recobrado, adquiere ahora su mayor dimensión. Claro, una dimensión personal y no decible; tal es esa añorada ausencia de signos y de cualquier sintaxis.


Mirábamos 

Nota: En recuerdo de Mariona. Durante veinticuatro años hicimos el camino juntos y tuvimos dos hijas, Mar y Gina. Ayer, 30 de noviembre, nos dejó frente a un tiempo interrumpido.





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