Hay, con todo, momentos de meditación- y a todos cuantos meditan acaban por llegarles- en que todo está consumido, todo viejo, todo visto, aunque esté todavía por ver. Porque, por más que meditemos una cosa y , meditando sobre ella, la transformemos, nunca la trasformamos en nada que no sea sustancia de meditación. Nos viene entonces el ansia de la vida, de conocer sin que sea con el conocimiento, de meditar sólo con los sentidos o pensar de un modo táctil o sensible, desde dentro del objeto pensado, como si fuéramos nosotros agua y él esponja.
En “Libro de desasosiego”. Fernando Pessoa.
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