Elkhonon Goldberg pregunta en la Paradoja de la Sabiduría (Ed Crítica) ¿Cómo es posible que sea en la etapa del deterioro cerebral cuando aparece la sabiduría? Cuando lo hace, claro. ¿No es un contrasentido? A lo largo del libro va desenredando los temas, de tal manera que al final sabemos que menos es más y que el cerebro se organiza de forma constante con neuronas que nacen, se desarrollan y se desplazan hacia aquellas zonas que estimulamos por nuestra actividad. Se producen nuevos patrones. Somos, en buena medida, lo que hemos querido ser.
Steven Johnson, en su libro Sistemas Emergentes (Ed. Fondo Cultura Económica), explica que los hormigueros tienen una vida media de 15 años y que las hormigas de los años iniciales mantienen una conducta más irregular, mientras que las hormigas de los hormigueros más maduros, se conducen más sabiamente, como si hubiesen aprendido de la experiencia de sus progenitoras. (Recordar que las hormigas cada año son individuos distintos). De hecho “el hormiguero” ha aplicado pautas en función de su relación específica con el entorno. El nexo de unión entre las hormigas es la quimioconexión y es la base de la producción de los nuevos patrones heredables transgeneracionalmente.
¿No suena todo algo parecido, aunque sean estructuras tan distintas las hormigas y las neuronas?
Curiosidades de la vida, o quizás no. Las hormigas y las neuronas son muy diferentes, pero los patrones subyacentes quizás participan de la misma naturaleza, y de ahí su semejanza.
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