viernes, noviembre 01, 2013

Autorretrato, o “Un Pié de Rey sobre  fondo en blanco y negro”




Raza blanca, caucásica, cabeza  casi cuadrada, fotosensibilidad de piel  tipo I , color pelo castaño con canas, algunas, en las patillas. Afeitado. Tamaño de la frente,  4,6 cm. Tamaño de las cejas: 6 cm. Entrecejo, 2,6 cm. Tamaño longitudinal de la nariz: 4,9 cm. Tamaño anchura nariz a nivel de orificios nasales: 4,1 cm.  Perfil de la nariz, algo aguileña. Tamaño orejas: 6,4 por 3,9. Ángulo implantación de las orejas:   20º. Color de los ojos, azul grisáceo. Tamaño de lo ojos: longitudinal 3,5 cm, vertical (abiertos) 2 cm.  Tamaño de la boca cerrada 6,1 cm., abierta, 6,7 cm.  Dientes blanco matizado y pequeños. Labios ni finos ni gruesos. Pómulos poco sobresalidos, mejillas rellenas. Piel grasa con recuerdos del acné juvenil. Discreta papada.
He aquí la descripción pormenorizada de las características antropométricas y antropofísicas de mi autorretrato. Medidas realizadas con pié de rey, lo más exactas que me ha sido posible. Sin embargo, no hay que olvidar que todas estas condiciones anatómicas han sido modificadas a través del tiempo por los elementos que han constituido el entorno,  ese fondo en blanco y negro sobre el que destaca el autorretrato.  Nacido en la posguerra tardía, todavía  con cartillas de racionamiento en circulación, de familia de clase media, educado en una escuela extranjera y seguidor de la profesión paterna, son los trazos que luego coloreados sustentan en el aire el rostro que intento explicar.  Pero, ¿cómo introducir en él y explicar las líneas de dolor o estrés que lo atraviesan?, ¿cómo dibujar las miradas de compasión hacia los demás, o de aquellas de súplica, frente a los abandonos sufridos, o aquellas otras, oblicuadas, de suspicacia o astucia? ¿Y las líneas de expresión que reflejan sentimientos de felicidad, bienestar, contemplación, y empatía, donde ponerlas? Mirar, ver y volver a mirar, son la base sólida del construir de nuestros mundos. ¿Cómo reflejarlos? ¿Cómo transmitir todas las construcciones de esos universos vividos? Es más, ¿cómo participar a los demás que los hemos cambiado, modificado, en definitiva, que hemos crecido, que hemos vivido?  Y si el intento fuese ciertamente exitoso, ¿no nos encontraríamos al finalizarlo que ya no sería así, porque de hecho ya habríamos cambiado? Así, como parece , el autorretrato no es posible, ni con el pié de rey, ni con los matices de los grises, ni tan siquiera con los colores que nos dan forma, tan sólo me queda reconocer que, más allá de los límites explorables con las palabras, soy un hombre.
La luna sobre Les Agudes del Montseny


       Este es un texto que escribí hace tres años. No he cambiado tanto, solo que ahora llevo barba. Hoy es primero de noviembre, el mes en que recordamos a nuestros difuntos, intentamos volver a ver la expresión de sus caras para entrever de nuevo aquellas vidas, que en parte fueron las nuestras. Sus surcos, sus líneas de expresión, aquello que nos hace semejantes en ese silencio interior no compartible.

       Sí, los recuerdo. A todos.