domingo, febrero 18, 2007

ENTRE REFLEXIONES CUMPLE 1 AÑO


Ya tiene 1 año y ¡25 entradas!

Al hacer la lectura del blog de corrido, se puede ver por donde va mi pensamiento, los territorios que exploro, los intereses que me incumben. Quizás también algún lector avezado podría ver la línea proyectiva que se dibuja. En definitiva me he dejado ver. He intentado un ejercicio de transparencia no sólo al hacer público este hilo interior mío, sino porque la misma consciencia de ventana abierta me ha espoloneado hacia formas de ejercitar y plasmar el pensamiento, que quizás de otra manera no hubiese realizado. Todo ello ha ayudado a fijar el camino por donde fluye el pensar, también mi marco estético al que hago referencia de forma continua y a mi posicionamiento constante en un mundo variable que se nos presenta fuera y dentro de nosotros mismos. Definir la palabra así como la libertad han sido dos puntos clave en el proceso. Fundamentar unos cimientos sobre tierras movedizas de tal manera que parezca que el suelo es firme, y si no lo notamos así, para sobrevivir, creérnoslo igualmente. Aprender. Transmitir el interés y la voluntad a los que vienen detrás para motivarse. Y en último extremo, porque sí. No hay nihilismo, tan sólo unos ojos abiertos mirando nuestros horizontes y un tacto sensible a la presencia. Luego, más allá, el deseo y la voluntad. Confianza.

lunes, febrero 12, 2007

SEGÚN


Según miras, ves. Según ves, vives. Según vives, miras.

Tres oportunidades para aproximarnos a la vida:

Mirar, que ya es definir lo que vas a ver
Ver que indica ya el camino por donde vas a vivir
Vivir que ya es condicionar lo que vas a mirar.

Definir, indicar y condicionar son tres verbos, tres voluntades que contienen nuestra libertad.

Para Gina que hoy cumple 21 años y es un gran día, para todo eso... y más!!!
F E L I C I D A D E S !!

jueves, febrero 08, 2007

Neuronas espejo, Mozart y nuevamente las hormigas







El martes, 6 de febrero, me pasó algo excepcional.
Como tantas veces estaba escuchando el concierte para piano y orquesta número 21 de Mozart, y de repente la música dejó de sonar ahí fuera para nacer directamente de mi. Mis neuronas se sincronizaron con la música de forma total, desapareciendo aquél espacio que hay entre la música que se escucha y la sensación de escucharla. Todos los instrumentos, todos los ritmos, todos los contrapuntos, todo, absolutamente todo salía primigeniamente de mi cabeza. Mi cuerpo se sentía excitado. Y tuve la impresión de que ésta era la sensación que tuvo que tener el propio autor al escuchar la música en su interior antes del escribirla. En definitiva algo había ocurrido, como si se hubiesen acoplado mis neuronas con las suyas en un mismo proceso.

Dos horas más tarde cayó en mis manos el artículo de Rizzolatti, Fogassi y Gallese, editado en Investigación y Ciencia, Enero 2007, n 364 sobre las neuronas especulares. Transcribo: “… Lo reseñable es que se excitan también esas neuronas cuando el sujeto ve a alguien realizar la misma operación. Estas células cerebrales recién descubiertas parecían reflejar en el cerebro del observador las acciones realizadas por otro. Por eso se las llamó neuronas espejo. A semejanza de circuitos neuronales que almacenan recuerdos específicos, estos conjuntos de neuronas espejo parecen codificar patrones o moldes de acciones específicas. Tal propiedad permitiría no sólo realizar movimientos básicos que no sean fruto de reflexión alguna sino, además, comprender sin necesidad de razonamiento esos mismos actos observados en otra persona… “ En definitiva algo así como la resonancia.

Hace unos meses escribí sobre las hormigas y el cerebro. Las conexiones neuronales actúan como las hormigas, siendo como son todas la misma, las conexiones son trans- individuales, y por eso podemos sentir lo mismo que lo que siente otro. Y por eso tuve la impresión de sentir la misma emoción, inducida por la música, que todos los Mozarts que han existido previamente. En este sentido la música tiene la propiedad de despertar idénticas sensaciones y emociones, en personas que han vivido separadas por cientos de años.

La resonancia, ¡qué maravilla!