lunes, octubre 31, 2016

El secreto de Velázquez

Año tras año, mes a mes, día sobre día se despliegan las siete esferas del ser, de lo más terrenal a lo más espiritual. En este transcurso, Mateo Aliaga se encuentra con un abanico de personas que penetran en su armazón y pasan a ser parte de él mismo. Pero esto no basta para sosegarlo. Solo desvelar el secreto de Velázquez lo hará.


Publicado en Amazon


¡Mi primera novela!



Texto leído en la presentación que se hizo en el Ateneu de Barcelona el 16 de diciembre de 2016



Capítulo especial merecen los agradecimientos en esta novela que se ha gestado enteramente en esta casa a través de la “Escola d’Escriptura"

Rosa Mª Prats durante la presentación
Inicié mis primeros pasos junto a Rosa Mª Prats que durante un curso se esforzó en que descubriésemos el lado literario de cualquier palabra, palabras tan sencillas como un simple lunes. Luego vino Juan Trejo que afrontó el trabajo quizá más arduo y menos agradecido, dotarnos de los instrumentos para que la arquitectura del texto fuese sólida con los materiales adecuados para evitar derrumbes o construcciones tan lábiles que no soportasen una lectura. Al fin, apareció Olga Merino que tuvo el cometido de hacernos ver lo más difícil, que la verosimilitud de los personajes y los giros de sus aventuras son el valor que da sentido a la ficción. Por último Helen Gilboy, que batalló durante todo un año para que la precisión léxica rigiera en nuestros textos.
  Esta novela que hoy presento está en deuda con cada uno de ellos. Pero también con cada uno de los compañeros que semana a semana me acompañaron con sus comentarios e indicaciones, especialmente los del grupo Novela II  2012-2013, con una mención especial para Toni.

              El Secreto de Velázquez tiene siete capítulos, cada uno como un día de la semana. Pero no son días correlativos. De uno a otro pasan años en la historia que explico. De un lunes de 1997 a un domingo de 2009. He querido encontrar el sentido a cada día de los que conforma esta unidad que es la semana, porque de hecho no es lo mismo vivir en un lunes o en un viernes. Coincide también que son siete las esferas del ser en algunas tradiciones orientales: lo más terrenal, el deseo, la libre voluntad, los sentimientos, la capacidad de acción, la conciencia y el trascendente. Cada una de estas esferas encuentra su reflejo en la novela que podéis ver claramente ya en los títulos de cada capítulo: la tierra torcida, el deseo líquido, la voluntad en sístole, el contrapunto al horror vacui, la voz templada, la visión de geodesia y la clave de bóveda en una clara progresión de lo más terrenal, el lunes, a lo más espiritual, el domingo. Hay varios temas que atraviesan todo el texto. Entre ellos quiero destacar hoy cómo los avances en la biotecnología obligan a abrirnos hacia espacios que ninguna generación previa a la nuestra no había podido ni imaginar. Desde la oveja Dolly, que abre la novela, hasta los seres creados genéticamente ex nuovo, los personajes deben asimilar la realidad de vivir en un mundo que cambia década a década.

               Algunos de mis amigos, de vosotros, se han sorprendido de por qué hago ahora ficción.
Intentaré explicarlo: Sabemos muchas cosas, pero por más que ampliemos el conocimiento nunca es bastante para entenderlo todo. Es decir, estamos obligados a aceptar que nos movemos gracias, y a pesar de, un conocimiento parcial, y que el resto de lo que falta lo completamos mediante suposiciones, experiencias previas que pueden venir al caso o no, y toda suerte de artilugios mentales necesarios para completar el cuadro que se nos presenta delante. Y todo ello para navegar con ciertas garantías y llegar a la noche sanos y salvos. Es decir, del poco conocimiento y del mucho suponer encontramos el suelo suficiente para sobrevivir. El suponer sería la ficción y el suelo la realidad.

            Al darme cuenta de que la vida real flota sobre una nube de ficción me acomodé para experimentar con ella. Crear personajes. En cualquier  laboratorio, bajo condiciones controladas se analiza una variable: ¿qué comportamiento tendrá la variable X en tal circunstancia Y? En la novela, al igual que en un laboratorio, se crea un escenario (las condiciones controladas), y se hace evolucionar a uno o dos personajes que son las variables X. Este ensayo, este experimento, es emocionante porque los personajes evolucionan siempre de forma imprevista. Es entonces cuando se hace la luz, cuando tu personaje te enseña y hallas el goce de escribir. Dice Salvador Pániker en un momento de sus Memorias de 1995 que explorar es no saber nunca muy bien lo que se busca. Hacer ficción es sin duda explorar, por eso, cómo empiezas no es cómo acabas la escritura, por muchos apuntes que lleves. El texto, sus personajes te sorprenden.
            ¿Qué diferencia hay entre el laboratorio y el exterior, entra la novela y el mundo real? En el mundo exterior deja de haber condiciones controladas, todo son variables interactuando. Ello hace que cualquier conocimiento sea siempre muy parcial por buena que haya sido la observación. Y, sin embargo, no dejamos de experimentar, de observar, porque, por parcial que sea el conocimiento, éste es liberador cuando se reconoce a sí mismo limitado, parcial, mutable. Pasa lo mismo con la novela, por parcial que pueda ser la vista que sobre la realidad proyecta, es liberadora al mostrarnos nuestra condición tan finita y mudable. Por eso, igual que no dejaremos de estudiar, no dejaremos de novelar. Es imposible que la novela muera porque precisamos liberarnos en y por el reconocimiento de esa naturaleza tan indefinida e inacabada que compartimos.
            Dejadme que cite a José Antonio Marina que en Crónicas de la Ultramodernidad dice:  La especie humana ha ampliado continuamente el ámbito de sus necesidades y anhelos. Nunca ha querido permanecer en lo dado. Por muy atrás que retrocedamos en la historia, y por muy lejos que viajemos, descubrimos que el hombre se ha empeñado siempre en explicar las cosas que veía, en inventar cosas nuevas, en aumentar su poder, en crear normas de vida.
Así pues, volviendo a la novela, descubrimos que hacer ficción es tanto como describir lo dado, inventar un supuesto y dotarlo de una resolución. En definitiva, buscar nuevos valores que sustenten un vivir que siempre es itinerante, abierto.
            En esta mi primera novela-laboratorio experimento con un solo personaje, el Dr. Aliaga. Los otros son estructuras fijadas, que no mutan. Espero de esta manera que se facilite la descripción de la insondable soledad que lo inunda, esa que solo cada uno vislumbra cuando gira la mirada hacia adentro. Después, una vez cara a cara a los acontecimientos que advienen, deberá tomar armas para dotarse de una solución que, como no puede ser de otra manera, le vendrá afectuosamente desde fuera y hará posible, quizá, que se ilumine un claro en su bosque. Luego, a lo mejor, habrá encuentros con el lector y nazca la empatía, porque, al fin, lo que importa, aunque sepamos poco o nada del otro, lo que importa, digo, son los afectos.
            En la vida de toda persona hay momentos de felicidad. Este es uno para mí, y no tanto por ver a mi personaje nacido, el Dr. Mateo Aliaga, sino por la reunión en la que estamos. El secreto de Velázquez no es otro que el sentido de la amistad, del vivir espejado en los demás. Teneros aquí es para mí el mayor gozo. Espero que yo os pueda devolver a cada uno de vosotros un reflejo que, a través de mi querido Mateo Aliaga, os sea satisfactorio, y testimonio de mi amistad.


Muchas gracias ,

Atardecer en Roda de Berà