jueves, mayo 18, 2017

Hoy cumple Catalunya Música 30 años

Arnold Schönberg no estaba muy contento con eso de que la radio pudiese difundir música. Consideraba que existía un grave peligro de convertirla en ruido, en sonido no escuchado y, por tanto, sin valor musical.
Autorretrato en azul en 1911
Algo de razón tenía, pero, como siempre, no toda. Lo que él no podía saber es cómo iba a evolucionar la vida de los hombres y mujeres en la segunda mitad del siglo XX, tiempo en el que él ya no estuvo. Todas las nuevas tecnologías han impactado en los ciudadanos de tal manera que nuestra vida es muy diferente a la que él pudo observar. Y quisiera destacar una de las diferencias, y es que, a pesar de todos los avances, el hombre se encuentra hoy más solo que ayer. No en vano la depresión es una epidemia actual, en tiempo de Schömberg, ni imaginada. Y aquí entra de nuevo la música, esa que se escucha en solitario por la radio, como si fuese un traqueteo que acompaña y conduce el día, esa que hace que para muchas personas el viaje por las horas sea más llevadero.
Otros, en un estado de excitación tecnológica, con el estrés producido por las noticias en catarata, los sms, los emails que ensombrecen el cielo como las flechas de Jerjes y los whatsapps que pican como enjambres de mosquitos, quedan impedidos del sosiego necesario para vivir la inmediatez de la música. La música, cuando entra, cuando se instala, abre la puerta del ser más profundo, en donde se puede mirar sin intermediación, ya perdido el lenguaje que constriñe. Entonces, todo se funde en blanco, en un sonido único, el de cada uno, que es unión de todos los sonidos; por eso es blanco, pero con el matiz personal que es capaz de dar cada uno en una de las miles de las tonalidades posibles de la blancura, que será la propia.
Torre Comunicaciones de Collcerola,
 una mañana de febrero de este año

La linea sonora, al desarrollarse y escucharse, desvela la pieza completa, desde su inicio hasta su final. Toda ella queda, pues, activada, como si visitásemos un lienzo completo, una superficie 2D, mezcla de todas las notas y ritmos en una síntesis única, comprensible, un vibrato compartido.


Karajan opinaba distinto del compositor vienés, e invirtió un gran esfuerzo en empaquetar la música en miles y miles de copias de vinilos que distribuyeron a la Filarmónica de Berlín por todo el mundo.


Así, cada uno, sentado en su sillón preferido, podía representar en 3D toda la música envasada. La música se escucha, se comprende y se escenifica y, en este caso, con el vinilo girando aislado, en la soledad del sillón de la sala de estar, olvidado todo el glamour y el sentido ritual colectivo. Peor suerte le ha tocado a la música herziana, que busca un oyente que la quiera, que la ame, que no la deje de hilo musical, perdida su pluridimensionalidad, es decir, su comprensión y escenificación. Alguien que se sirva de ella para rememorar toda la música acumulada en las neuronas lista para ser de nuevo vivida.

Rememorar la música es volver a vivir antiguas emociones, que es tanto como actualizarlas. La radio, con su capacidad de sorprender, coloca al oyente en una situación de cierta indefensión, expuesto a que cualquier música le despierte sensaciones provenientes de episodios pasados, algo que constituirá una oportunidad para reconstruir la conciencia propia. Por eso la música en la radio es una compañía imprescindible y fantástica.

Así que, ¡¡¡FELIZ 30 aniversario!!!


Imagen fractal del girasol


Ya han pasado 10 años de:   Hoy cumple Catalunya Música 20 años