martes, diciembre 20, 2016

Nadala 2016



José y María caminaron durante días como migrantes, hacia un destino que les acogió con desgana. Tuvieron un niño que cambió el mundo.

Huellas en la arena, tan efímeras. 

























Josep i Maria van caminar durant dies com migrants, cap a un destí que els va acollir amb desgana. Van tenir un nen que va canviar el món.

Avui continua havent massa famílies que caminen carregades només d'esperança, sense res més, però donaràn vida a nens que intentaran canviar el món. Els necessitem a ells, els més pobres. Són els portadors de l'esperança.
Flor única en el rocal

Hoy sigue habiendo demasiadas familias que caminan cargadas sólo de esperanza, sin nada más,  pero alumbrarán niños que intentarán cambiar el mundo. Los necesitamos a ellos, los más pobres. Son los portadores de la esperanza.



BON NADAL!


lunes, octubre 31, 2016

El secreto de Velázquez

Año tras año, mes a mes, día sobre día se despliegan las siete esferas del ser, de lo más terrenal a lo más espiritual. En este transcurso, Mateo Aliaga se encuentra con un abanico de personas que penetran en su armazón y pasan a ser parte de él mismo. Pero esto no basta para sosegarlo. Solo desvelar el secreto de Velázquez lo hará.


Publicado en Amazon


¡Mi primera novela!



Texto leído en la presentación que se hizo en el Ateneu de Barcelona el 16 de diciembre de 2016



Capítulo especial merecen los agradecimientos en esta novela que se ha gestado enteramente en esta casa a través de la “Escola d’Escriptura"

Rosa Mª Prats durante la presentación
Inicié mis primeros pasos junto a Rosa Mª Prats que durante un curso se esforzó en que descubriésemos el lado literario de cualquier palabra, palabras tan sencillas como un simple lunes. Luego vino Juan Trejo que afrontó el trabajo quizá más arduo y menos agradecido, dotarnos de los instrumentos para que la arquitectura del texto fuese sólida con los materiales adecuados para evitar derrumbes o construcciones tan lábiles que no soportasen una lectura. Al fin, apareció Olga Merino que tuvo el cometido de hacernos ver lo más difícil, que la verosimilitud de los personajes y los giros de sus aventuras son el valor que da sentido a la ficción. Por último Helen Gilboy, que batalló durante todo un año para que la precisión léxica rigiera en nuestros textos.
  Esta novela que hoy presento está en deuda con cada uno de ellos. Pero también con cada uno de los compañeros que semana a semana me acompañaron con sus comentarios e indicaciones, especialmente los del grupo Novela II  2012-2013, con una mención especial para Toni.

              El Secreto de Velázquez tiene siete capítulos, cada uno como un día de la semana. Pero no son días correlativos. De uno a otro pasan años en la historia que explico. De un lunes de 1997 a un domingo de 2009. He querido encontrar el sentido a cada día de los que conforma esta unidad que es la semana, porque de hecho no es lo mismo vivir en un lunes o en un viernes. Coincide también que son siete las esferas del ser en algunas tradiciones orientales: lo más terrenal, el deseo, la libre voluntad, los sentimientos, la capacidad de acción, la conciencia y el trascendente. Cada una de estas esferas encuentra su reflejo en la novela que podéis ver claramente ya en los títulos de cada capítulo: la tierra torcida, el deseo líquido, la voluntad en sístole, el contrapunto al horror vacui, la voz templada, la visión de geodesia y la clave de bóveda en una clara progresión de lo más terrenal, el lunes, a lo más espiritual, el domingo. Hay varios temas que atraviesan todo el texto. Entre ellos quiero destacar hoy cómo los avances en la biotecnología obligan a abrirnos hacia espacios que ninguna generación previa a la nuestra no había podido ni imaginar. Desde la oveja Dolly, que abre la novela, hasta los seres creados genéticamente ex nuovo, los personajes deben asimilar la realidad de vivir en un mundo que cambia década a década.

               Algunos de mis amigos, de vosotros, se han sorprendido de por qué hago ahora ficción.
Intentaré explicarlo: Sabemos muchas cosas, pero por más que ampliemos el conocimiento nunca es bastante para entenderlo todo. Es decir, estamos obligados a aceptar que nos movemos gracias, y a pesar de, un conocimiento parcial, y que el resto de lo que falta lo completamos mediante suposiciones, experiencias previas que pueden venir al caso o no, y toda suerte de artilugios mentales necesarios para completar el cuadro que se nos presenta delante. Y todo ello para navegar con ciertas garantías y llegar a la noche sanos y salvos. Es decir, del poco conocimiento y del mucho suponer encontramos el suelo suficiente para sobrevivir. El suponer sería la ficción y el suelo la realidad.

            Al darme cuenta de que la vida real flota sobre una nube de ficción me acomodé para experimentar con ella. Crear personajes. En cualquier  laboratorio, bajo condiciones controladas se analiza una variable: ¿qué comportamiento tendrá la variable X en tal circunstancia Y? En la novela, al igual que en un laboratorio, se crea un escenario (las condiciones controladas), y se hace evolucionar a uno o dos personajes que son las variables X. Este ensayo, este experimento, es emocionante porque los personajes evolucionan siempre de forma imprevista. Es entonces cuando se hace la luz, cuando tu personaje te enseña y hallas el goce de escribir. Dice Salvador Pániker en un momento de sus Memorias de 1995 que explorar es no saber nunca muy bien lo que se busca. Hacer ficción es sin duda explorar, por eso, cómo empiezas no es cómo acabas la escritura, por muchos apuntes que lleves. El texto, sus personajes te sorprenden.
            ¿Qué diferencia hay entre el laboratorio y el exterior, entra la novela y el mundo real? En el mundo exterior deja de haber condiciones controladas, todo son variables interactuando. Ello hace que cualquier conocimiento sea siempre muy parcial por buena que haya sido la observación. Y, sin embargo, no dejamos de experimentar, de observar, porque, por parcial que sea el conocimiento, éste es liberador cuando se reconoce a sí mismo limitado, parcial, mutable. Pasa lo mismo con la novela, por parcial que pueda ser la vista que sobre la realidad proyecta, es liberadora al mostrarnos nuestra condición tan finita y mudable. Por eso, igual que no dejaremos de estudiar, no dejaremos de novelar. Es imposible que la novela muera porque precisamos liberarnos en y por el reconocimiento de esa naturaleza tan indefinida e inacabada que compartimos.
            Dejadme que cite a José Antonio Marina que en Crónicas de la Ultramodernidad dice:  La especie humana ha ampliado continuamente el ámbito de sus necesidades y anhelos. Nunca ha querido permanecer en lo dado. Por muy atrás que retrocedamos en la historia, y por muy lejos que viajemos, descubrimos que el hombre se ha empeñado siempre en explicar las cosas que veía, en inventar cosas nuevas, en aumentar su poder, en crear normas de vida.
Así pues, volviendo a la novela, descubrimos que hacer ficción es tanto como describir lo dado, inventar un supuesto y dotarlo de una resolución. En definitiva, buscar nuevos valores que sustenten un vivir que siempre es itinerante, abierto.
            En esta mi primera novela-laboratorio experimento con un solo personaje, el Dr. Aliaga. Los otros son estructuras fijadas, que no mutan. Espero de esta manera que se facilite la descripción de la insondable soledad que lo inunda, esa que solo cada uno vislumbra cuando gira la mirada hacia adentro. Después, una vez cara a cara a los acontecimientos que advienen, deberá tomar armas para dotarse de una solución que, como no puede ser de otra manera, le vendrá afectuosamente desde fuera y hará posible, quizá, que se ilumine un claro en su bosque. Luego, a lo mejor, habrá encuentros con el lector y nazca la empatía, porque, al fin, lo que importa, aunque sepamos poco o nada del otro, lo que importa, digo, son los afectos.
            En la vida de toda persona hay momentos de felicidad. Este es uno para mí, y no tanto por ver a mi personaje nacido, el Dr. Mateo Aliaga, sino por la reunión en la que estamos. El secreto de Velázquez no es otro que el sentido de la amistad, del vivir espejado en los demás. Teneros aquí es para mí el mayor gozo. Espero que yo os pueda devolver a cada uno de vosotros un reflejo que, a través de mi querido Mateo Aliaga, os sea satisfactorio, y testimonio de mi amistad.


Muchas gracias ,

Atardecer en Roda de Berà


martes, junio 14, 2016

El tiempo en que las jacarandás florecen en azul

Hoy es mi cumpleaños y hoy nos han dejado dos personas importantes para mí.


El día, nada más empezar, se ha llevado a Juana. Se deshilvanó al fin el hilo que, a pesar de tan fino, la mantenía atada a ese globo aerostático en el que viajamos todos. Ahora, su imagen se irá alejando hasta desdibujarse tanto que solo un esfuerzo la podrá recuperar. Sin embargo, los treinta años que ha sido mi paciente, esos, se quedan conmigo. Gracias Juana por tamaño regalo, un regalo que, sin duda, me ayuda a mantener en alza este globo que nos lleva a todos a no se sabe dónde, pero que cada uno quiere doblegar en el sentido que le es más propio, más vivificador.

La tarde ha traído otra noticia triste para mí. Mi maestro, Vladi, nos ha dejado también este 14 de junio. Cuando yo era un chaval recién licenciado me acogió en ese universo suyo mezcla de ciencia, cirugía y utopía, en donde un mundo mejor era posible para todos. Su impulso me llevó a la investigación clínica, impulso que treinta y cinco años después, en distintas formas, todavía dura. De hecho, ya forma parte de mí.

En este aniversario se han manifestado dos regalos que estaban ahí desde muchos años antes, pero que hoy se han iluminado y que quiero compartir.


La mano quirúrgica de Vladi Vidal Conde

Nota: El último día que lo vi, en la primavera de 2015 cuando le llevé mi libro Enfermar y sanar, estaba leyendo al Quijote. Qué casualidad, ¿no?

martes, mayo 24, 2016

Velázquez y las ondas del tiempo

Como tantos otros no dejo de pensar en los múltiples significados a los que aboca la mirada de Las Meninas de Velázquez. Un enigma prácticamente indescifrable.
Hoy me he despertado febril y, váyase a saber por qué, me ha venido a la mente la instantánea velazquiana. Desde hace un par de años le doy vueltas a eso del tiempo (La densidad del tiempoTiempo y memoria), un enigma que se hace mayor en cuanto más piensas en él y que se resuelve solo cuando no le das más vueltas. ¡Todo el  mundo sabe lo que es el tiempo! Sin embargo, parece que a medida que uno se va haciendo mayor le interesa más otear en esos horizontes temporales.
Ahora tengo un poco más de edad que Velázquez cuando pintó su cuadro más famoso del que no dejó ninguna pista escrita para su interpretación. ¿Y si Velázquez hubiese querido amarrar el tiempo en un instante pintado?
Las instantáneas fijan las escenas, no las construyen, pero admiten –y este es su valor–, todo movimiento, que es tanto como decir tiempo. Así, en ese punto confluyen muy distintas ondas temporales. Veámoslo en el  cuadro que, por ser barroco, esconde sus entresijos:


En la pared del posterior dos cuadros antiguos sobre mitología observan desde el trasfondo histórico el espacio que se abre delante de ellos y al que dan soporte.
La imagen reflejada en el espejo de los monarcas enuncia la continuidad intemporal de la memoria colectiva y, en la escalera, José Nieto–el observador–, se ocupa de organizar y controlar el horario.
Es decir, en el fondo del cuadro tres aspectos del tiempo dan soporte a la acción presente, el marco mitológico que explica el Universo, la continuidad y estabilidad de la línea monárquica y el orden controlado por las instituciones.
El plano intermedio expresa la condición de género: el tiempo femenino de Marcela de Ulloa en su cháchara pertinaz y el tiempo masculino de aislamiento y contemplación del guardadamas. Dos formas de experimentar el pasar.
Ya en el primer plano se muestra el tiempo como reflejo de la acción: el tiempo juguetón de Nicolaseto que molesta al ensoñado can ausente de la idea temporal. A su lado el tiempo congelado de la temerosa Maribárbola y, en el centro, el tiempo de las meninas, Isabel de Velasco y María Agustina Sarmiento, como satélites del movimiento de la infanta mientras el frufrú de sus vestidos inunda de susurro la estancia.
En el centro culminante del cuadro la infanta Margarita, de mirada inocente que la proyecta hacia el futuro. A su derecha Velázquez, él mismo, como exponente de la acción, eje sobre el que gira la humanidad;  en su caso la pintura, intento vano de fijar en un lienzo aquello que siempre fluye, sincera razón por la cual no lo muestra de frente.
Por último, el tiempo del espectador inmerso en esa gran paradoja humana que es la inexistencia del instante, solo un constructo fútil de su imaginación.


¡TODO TIEMPOS DISTINTOS! ¡Y TODOS METIDOS EN UN SOLO ESPACIO!

jueves, abril 14, 2016

14 de Abril de cualquier año y también de este

Hoy la luz ya es muy clara, amanece antes del despertar y el aire tibio acaricia los rostros ilusionados de todos por haber dejado atrás el frío y la oscuridad. Los colores salen nuevos por cualquier lado, sorpresivos; son el estímulo para elevar la vista y ver detrás otros horizontes a los que aspirar. Hoy es un día de ilusión colectiva y también de añoranza por aquello a lo que no alcanzamos a saber hacer juntos. La esperanza enfrentada a la estrechez, y ahora a los migrantes para los que este día se parece a cualquier otro de los que les rechazan en su peregrinar.

A ellos mi recuerdo y reconocimiento. A ellos mi esperanza para que una respuesta colectiva, ancha, vea la luz de esta primavera y los acaricie con su calor.