jueves, febrero 08, 2007

Neuronas espejo, Mozart y nuevamente las hormigas







El martes, 6 de febrero, me pasó algo excepcional.
Como tantas veces estaba escuchando el concierte para piano y orquesta número 21 de Mozart, y de repente la música dejó de sonar ahí fuera para nacer directamente de mi. Mis neuronas se sincronizaron con la música de forma total, desapareciendo aquél espacio que hay entre la música que se escucha y la sensación de escucharla. Todos los instrumentos, todos los ritmos, todos los contrapuntos, todo, absolutamente todo salía primigeniamente de mi cabeza. Mi cuerpo se sentía excitado. Y tuve la impresión de que ésta era la sensación que tuvo que tener el propio autor al escuchar la música en su interior antes del escribirla. En definitiva algo había ocurrido, como si se hubiesen acoplado mis neuronas con las suyas en un mismo proceso.

Dos horas más tarde cayó en mis manos el artículo de Rizzolatti, Fogassi y Gallese, editado en Investigación y Ciencia, Enero 2007, n 364 sobre las neuronas especulares. Transcribo: “… Lo reseñable es que se excitan también esas neuronas cuando el sujeto ve a alguien realizar la misma operación. Estas células cerebrales recién descubiertas parecían reflejar en el cerebro del observador las acciones realizadas por otro. Por eso se las llamó neuronas espejo. A semejanza de circuitos neuronales que almacenan recuerdos específicos, estos conjuntos de neuronas espejo parecen codificar patrones o moldes de acciones específicas. Tal propiedad permitiría no sólo realizar movimientos básicos que no sean fruto de reflexión alguna sino, además, comprender sin necesidad de razonamiento esos mismos actos observados en otra persona… “ En definitiva algo así como la resonancia.

Hace unos meses escribí sobre las hormigas y el cerebro. Las conexiones neuronales actúan como las hormigas, siendo como son todas la misma, las conexiones son trans- individuales, y por eso podemos sentir lo mismo que lo que siente otro. Y por eso tuve la impresión de sentir la misma emoción, inducida por la música, que todos los Mozarts que han existido previamente. En este sentido la música tiene la propiedad de despertar idénticas sensaciones y emociones, en personas que han vivido separadas por cientos de años.

La resonancia, ¡qué maravilla!

No hay comentarios: