lunes, abril 23, 2007

Mahler y la Venus del Espejo

"¿Por qué razón un objeto cualquiera, un cuerpo, una imagen, un paisaje o una melodía, se destaca entre las demás cosas y suscita en nosotros una impresión placentera que cambia nuestra relación con el mundo de un modo que no podemos determinar?¿Qué cualidad descubrimos en el objeto bello que nos hace inclinarnos hacia él y nos dispone a sentir largamente el efecto de sus características sobresalientes? ¿A qué llamamos belleza?" (Enrique Lynch en: Sobre la Belleza. Ed Grupo Anaya, Madrid 1999)

Ernest Martínez Izquierdo y la OBC nos han obsequiado con una magnífica Segunda Sinfonía de Mahler. El coro,El Orfeón Pamplonés, y Inger Dam- Jensen soprano, e Iris Vermillion mezzosoprano han completado el cuadro de músicos en el escenario.

Durante la audición me vino a la mente el cuadro de la Venus y el Espejo. Ella se mira en el espejo, y su cara reflejada en él es bella y resplandeciente. Con ello, ella se crece más en su belleza, y todo su cuerpo se sensualiza más allá de los propios límites que el marco del espejo permite. De igual manera, Mahler se refleja en su música y crece en ella, superando los límites, que su entorno finisecular de aquél entonces, le enmarca.

Ambos llegan a nosotros, epidérmicos, en un espacio más allá del tiempo que nos separa. Éste, por arte de magia, se diluye y sólo permanece una sensualidad común, inmutable, y permanente.

La belleza, como el mejor amor, son los que nos sorprenden al girar cualquier esquina, y para ello sólo hay que andar, porque esquinas, haberlas, haylas.
Foto: La Venus del Espejo. Velázquez

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